
Raras veces un artista es tan honesto con su obra como Miguel Ángel Torres Aponte, MATA, como escoge firmar algunas de sus piezas, Según él mismo señala, la más reciente muestra de su trabajo y la primera exhibición individual que realiza desde el 2002. surgió, paradójicamente, “de la desesperación de no tener ideas.” Con el acertado título “El triunfo del desespero”, la Galería 356 de Hato Rey, bajo la dirección de Michele Fiedler, presentó el pasado miércoles 25 de abril 12 obras que son la manifestación física de las observaciones, comentarios, frustraciones e incluso sátira, de un artista sumamente exigente consigo mismo y sus colegas.
Miguel Ángel, de 29 años, es oriundo de Ponce y creció en el seno de una familia que desde pequeño supieron reconocer el talento innato del joven para el dibujo, enlistándolo en diversos talleres de arte. La disciplina establecida a temprana edad sirvió para guiar sus estudios autodidactas en música y filosofía, ambos sus primeros intereses académicos cuando ingresa en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Ponce. Un cambio de influencias e intereses le provocan su traslado en 1997 a la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña, donde estudia escultura bajo la tutela de Adelino González, Melquíades Rosario Sastre, Antonio Navia y Charles Juhasz Alvarado. Estos últimos dos artistas, junto a Rafael Tufiño, “por ser tan Zen y buen pintor”, lo impactan a nivel intelectual y social de una manera irreversible. Aún recuerda un semestre en que, habiéndose matriculado para la clase de escultura experimental con Juhasz, éste les presentó el primer día de clases a Navia como profesor. “En el momento no conocía nada de su obra,” comenta Torres Aponte sobre Navia, artista de vanguardia perteneciente a la generación de los años 70 que realiza instalaciones, performance y meticulosos dibujos, si bien no se ha visto su trabajo en años. También fue asistente de Juhasz, de quien aprendió desde cero lo que conoce de madera, material con el cual trabaja la mayoría de las obras que componen su “desespero”.



La instalación en madera y papel “La rebelión de las ideas” es la pieza más imponente de la exhibición. La obra integra una silla monumental, un escritorio de pupitre casi pegado al suelo, lápices de tamaños que varían de centímetros a varios pies de largo, y papeles tirados en el suelo. En vez de líneas horizontales azules, los papeles se alternan entre líneas entrecruzadas, o viradas que, junto a la silla de más de nueve pies de alto, hacen cualquier intento de plasmar ideas en papel, imposible. En su propio ensayo de la exhibición, Miguel Ángel escribe: “no creo que el arte haya muerto como afirma Arthur Danto en su ensayo El fin del Arte. Creo que este tiempo y sus cambios evolutivos en particular, han sido mucho más dolorosos que otros, y nos ha costado un huevo darnos cuenta de qué cosas hemos perdido y qué cosas necesitamos inventar para que nuestra esencia no se desvíe ni se disfrace.”
Las frustraciones de este artista vienen de pensar en “lo que algunos aceptan hoy en día como arte,” lo difícil que es salir del pensamiento abstracto y llevarlo al mundo físico, ser artista en un mundo de tantas distracciones, el abuso de algunos medios o tendencias en el arte, como el vídeo, la computadora, o la documentación de trabajo social, aunque “trabajo social hacemos todos, porque esto es para la gente.” Torres Aponte sabe que él no está exento de caer en trampas, pero tiene respeto por la obra y la producción artística, y le “preocupa que otras generaciones adopten esa irreverencia” hacia la importancia del concepto e, incluso, quisiera, a través de su obra, prevenirlo en quienes la vean. “No ataco los medios, sino la falta de conciencia.” Verdaderamente, ataca al posmodernismo, por “tratar de disfrazar la falta de ideas originales como la revolución intelectual más grande de todos los tiempos.” Un problema muy grave, sin duda, son aquellos artistas que son consumidos por problemas técnicos, o encuentran una comodidad económica en producir obra que ya no tiene qué aportar conceptualmente, de tanto repetirse. Fue precisamente René Magritte, artista surrealista, y una gran influencia en Torres Aponte, quien dijo que los artistas vivían prisioneros de su talento. Sin embargo, a Miguel Ángel Torres Aponte no le interesa tanto resolver problemas técnicos, sino conceptuales, pero su atención al detalle, proporción, forma, selección de obra y buena construcción no vienen mal tampoco.
“El Triunfo del Desespero” estará exhibiéndose hasta el próximo 24 de mayo en la Galería 356, localizada en #356 Calle Teniente César González, Hato Rey. Para horarios y visitas, comuníquese con Michele Fiedler, directora de la galería al 787 282 7820 ó 787 282 7821.
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