domingo, 15 de marzo de 2009

ARCHIVO 2007: Miguel Angel Torres Aponte: El triunfo del desespero


Raras veces un artista es tan honesto con su obra como Miguel Ángel Torres Aponte, MATA, como escoge firmar algunas de sus piezas, Según él mismo señala, la más reciente muestra de su trabajo y la primera exhibición individual que realiza desde el 2002. surgió, paradójicamente, “de la desesperación de no tener ideas.” Con el acertado título “El triunfo del desespero”, la Galería 356 de Hato Rey, bajo la dirección de Michele Fiedler, presentó el pasado miércoles 25 de abril 12 obras que son la manifestación física de las observaciones, comentarios, frustraciones e incluso sátira, de un artista sumamente exigente consigo mismo y sus colegas.

Miguel Ángel, de 29 años, es oriundo de Ponce y creció en el seno de una familia que desde pequeño supieron reconocer el talento innato del joven para el dibujo, enlistándolo en diversos talleres de arte. La disciplina establecida a temprana edad sirvió para guiar sus estudios autodidactas en música y filosofía, ambos sus primeros intereses académicos cuando ingresa en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Ponce. Un cambio de influencias e intereses le provocan su traslado en 1997 a la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña, donde estudia escultura bajo la tutela de Adelino González, Melquíades Rosario Sastre, Antonio Navia y Charles Juhasz Alvarado. Estos últimos dos artistas, junto a Rafael Tufiño, “por ser tan Zen y buen pintor”, lo impactan a nivel intelectual y social de una manera irreversible. Aún recuerda un semestre en que, habiéndose matriculado para la clase de escultura experimental con Juhasz, éste les presentó el primer día de clases a Navia como profesor. “En el momento no conocía nada de su obra,” comenta Torres Aponte sobre Navia, artista de vanguardia perteneciente a la generación de los años 70 que realiza instalaciones, performance y meticulosos dibujos, si bien no se ha visto su trabajo en años. También fue asistente de Juhasz, de quien aprendió desde cero lo que conoce de madera, material con el cual trabaja la mayoría de las obras que componen su “desespero”.

Actualmente, Miguel Ángel trabaja como preparador de exhibiciones en el Museo de Arte de Puerto Rico. Su trabajo en dicha institución ha tenido mucho peso en esta muestra, pues “me tengo que cuestionar cual es mi reacción a trabajar en un museo.” Un producto directo de esta influencia es “Hipertríptico-01”, de la serie “Transbastidores”, que se compone de tres bastidores, dos a los extremos en posición horizontal y uno vertical en el centro. A través de las líneas que trazan la madera del bastidor, y los cables que los sostienen a la pared, el artista busca intuitivamente formas geométricas con mucha influencia científica y mística. “En repetidas ocasiones uno ve como un bastidor puede ser mucho más hermoso y poderoso que la pintura que carga. Así que esa desilusión me hizo pensar y reflexionar que a menudo lo que no se puede ver guarda mucho más misterio y belleza que lo que se exhibe,” comenta Miguel Ángel. Por otro lado, “Disculpen los inconvenientes” es una obra jocosa, creada utilizando sobras del MAPR, como madera de caja de embalaje, o un marco que fue donado luego del fuego en Hard Rock Cafe, que satiriza los problemas institucionales y la pretensión de que tenemos que aceptarlos.

La mayoría de las obras fueron realizadas entre los años 2005 y 2007, aunque hay dos trabajos anteriores que decidió incluir porque seguían la misma línea conceptual. “Paracaídas”, unas muletas con ruedas, y “El Disfraz de la Mentada Posmodernidad”, parte de una serie de esculturas en piedras que comenzó en 1998 y que, en este caso, son piedras conectadas a cables eléctricos. “Cuando conocí a Marcel Duchamp, se me voló la cabeza,” señala Miguel Ángel refiriéndose al máximo exponente del Dadaísmo, movimiento dentro de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX, y quien, entre otras cosas, utilizó objetos comunes como piezas de arte llamados Ready-Mades o Ready-Mades asistidos, verdaderamente revolucionando la concepción de la pieza de arte. Tomando lecciones de la historia del arte, Torres Aponte sintetiza su proceso creativo como uno en el cual “siempre parto del mundo físico; de los objetos que nos rodean sin mas significado que su uso utilitario. Luego reemplazo de alguna manera o desarticulo su concepto y lo transformo en un espacio de desestabilizad conceptual.” Torres Aponte provoca, por un instante, un estremecer de la mente en lo que trata de entender lo que se encuentra fuera de lugar. La pieza “Conocerse (Más fácil de lo que crees, más difícil de lo que piensas)”, con su mesa confrontacional y juego de mesa, es una clara referencia visual a Duchamp. La instalación consiste de una mesa para dos, iluminada desde adentro, sobre la cual hay un sin número de piezas de rompecabezas que es imposible armar completo. En la pared, se observan rompecabezas enmarcados que les falta una pieza. Torres Aponte nos habla de la imposibilidad de vencer, de conocernos a nosotros mismos del todo, pues es predeterminado que esas piezas no van a encajar nunca; otra fuente de desespero.

Las piezas más impactantes de la exhibición, tocan al espectador a distintos niveles, ya sea por su crítica al mundo del arte, o representar la imposibilidad de crear. Es precisamente una de las “series” el comentario sobre el arte en Puerto Rico mejor logrado en la exhibición. La instalación consta de un caballete, lienzo y mesa con pinturas, titulado “Naturaleza Muerta”, rodeados por 6 pinturas, dibujos o impresiones completamente negras, enmarcadas y colgadas en las paredes. Los títulos son alguna variante de “Paisaje en Blanco,” “Retrato en Blanco,”etc. Todos estos elementos están situados en un cuarto pintado de gris, con iluminación pobre, pero excelente para la pieza, que ofrece “una dimensión aparte, un espacio reflexivo y retante” dentro de la exhibición. Debemos notar que cada obra enmarcada está realizada en un medio distinto, ya sea aerosol, óleo, acrílico o carbón, entre otras. Los trabajos de Miguel Ángel tratan de crear situaciones conflictivas o paradójicas dentro de una realidad contaminada por la inercia y la indiferencia. “Es bien difícil tener una ruptura con lo que se ha hecho antes en el arte; por eso muchos de mi generación se han quitado,”recalca.

La instalación en madera y papel “La rebelión de las ideas” es la pieza más imponente de la exhibición. La obra integra una silla monumental, un escritorio de pupitre casi pegado al suelo, lápices de tamaños que varían de centímetros a varios pies de largo, y papeles tirados en el suelo. En vez de líneas horizontales azules, los papeles se alternan entre líneas entrecruzadas, o viradas que, junto a la silla de más de nueve pies de alto, hacen cualquier intento de plasmar ideas en papel, imposible. En su propio ensayo de la exhibición, Miguel Ángel escribe: “no creo que el arte haya muerto como afirma Arthur Danto en su ensayo El fin del Arte. Creo que este tiempo y sus cambios evolutivos en particular, han sido mucho más dolorosos que otros, y nos ha costado un huevo darnos cuenta de qué cosas hemos perdido y qué cosas necesitamos inventar para que nuestra esencia no se desvíe ni se disfrace.”

Las frustraciones de este artista vienen de pensar en “lo que algunos aceptan hoy en día como arte,” lo difícil que es salir del pensamiento abstracto y llevarlo al mundo físico, ser artista en un mundo de tantas distracciones, el abuso de algunos medios o tendencias en el arte, como el vídeo, la computadora, o la documentación de trabajo social, aunque “trabajo social hacemos todos, porque esto es para la gente.” Torres Aponte sabe que él no está exento de caer en trampas, pero tiene respeto por la obra y la producción artística, y le “preocupa que otras generaciones adopten esa irreverencia” hacia la importancia del concepto e, incluso, quisiera, a través de su obra, prevenirlo en quienes la vean. “No ataco los medios, sino la falta de conciencia.” Verdaderamente, ataca al posmodernismo, por “tratar de disfrazar la falta de ideas originales como la revolución intelectual más grande de todos los tiempos.” Un problema muy grave, sin duda, son aquellos artistas que son consumidos por problemas técnicos, o encuentran una comodidad económica en producir obra que ya no tiene qué aportar conceptualmente, de tanto repetirse. Fue precisamente René Magritte, artista surrealista, y una gran influencia en Torres Aponte, quien dijo que los artistas vivían prisioneros de su talento. Sin embargo, a Miguel Ángel Torres Aponte no le interesa tanto resolver problemas técnicos, sino conceptuales, pero su atención al detalle, proporción, forma, selección de obra y buena construcción no vienen mal tampoco.

“El Triunfo del Desespero” estará exhibiéndose hasta el próximo 24 de mayo en la Galería 356, localizada en #356 Calle Teniente César González, Hato Rey. Para horarios y visitas, comuníquese con Michele Fiedler, directora de la galería al 787 282 7820 ó 787 282 7821.

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